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De qué trata 1984, novela de Orwell que inspiró GH

Publicada el 18/09/202425/09/2024 por Julieta Alegre

Aunque la novela 1984 es un clásico de la literatura universal, la expresión “Gran Hermano» se popularizó a finales de los años noventa a través de la televisión, a raíz del éxito del reality. Pocxs conocían —y conocen aún hoy— que el nombre elegido está vinculado con un personaje de la novela distópica de George Orwell y que, por lo tanto, es la trama de esta narrativa la que le da sentido, más que cualquier otra influencia, a la dinámica del famoso programa. Una pena no saberlo.

Este dato desarma desde ya la idea de que GH premia a la supuesta mejor persona dentro del reality, según los valores vigentes de cada país en el cual se emite. Pero no sólo la deja sin efecto. También impone otra, porque abre una puerta hacia un mundo tenebroso, el que construye el autor británico sobre una sociedad totalitaria empobrecida y en guerra continua. Algo que, con seguridad, decepciona a fanáticos y seguidores del reality, como también a participantes distraídos o no aficionados a la literatura.

George Orwell, autor de 1984 y Rebelión en la granja.
George Orwell, autor de 1984 y Rebelión en la granja. Fuente: Corprens Editora.

Si bien Gran Hermano tuvo dos inspiraciones importantes como Biosfera 2 —un experimento de la Universidad de Arizona que consistió en la creación de un ecosistema artificial cerrado—, Expedición Robinson y The Real World —reality de MTV—, su gran inspiración y guía es y ha sido 1984. De esta novela rescata no sólo su nombre sino también un concepto: el del control absoluto sobre los cuerpos de quienes permanecen bajo la vigilancia del Gran Hermano. 

Para el programa de TV, el GH es el público que elige al eliminado de cada semana a través de una votación. Para la audiencia del siglo XXI —la cual, en su mayoría, desconoce el verdadero origen—, puede resultar una lógica divertida. ¿Quién no querría sentirse dueñx de la vida de lxs otrxs por un rato? Pero, claro, en la novela el Gran hermano adquiere un matiz más perverso y perturbador. Por consiguiente, también la lógica de eliminación. Entonces, con esta referencia, el reality ya no aparece solo como un divertimento de las masas sino también como la representación grotesca de un régimen que, en ciertos lugares y épocas, puede volverse tangible y real.

1984: un mundo distópico, pero no tanto


Publicada en 1949, un año antes de la muerte de su autor, 1984 cuenta la historia de una sociedad gobernada por el Gran Hermano durante ese año y los subsiguientes, en un futuro Londres. ¿Quién es, en definitiva, este líder poderoso y omnipresente? En realidad, es un enigma. O tal vez una abstracción. ¿Es una persona? ¿O un grupo? Lo cierto es que nadie lo ha visto nunca y solo se comunica con las personas a través de las telepantallas instaladas a lo largo y ancho de la ciudad. Sin embargo, esta imposibilidad de verlo cara a cara no le impide a la ciudadanía amar a su líder y obedecerlo, incluso ante las directivas más insólitas o autodestructivas.

No es lo que le ocurre a Winston Smith, el protagonista, quien en secreto odia al GH y desea fervientemente reconocer en otra persona a alguien que también tenga las mismas reservas y rechazo a la figura del líder. No es tarea fácil. Quienes se atreven a desafiarlo, son vaporizadxs. Desaparecen, así sin más. Son borradxs de manera secreta, ordenada, eficiente. Como si nunca hubieran existido. No sólo eliminan sus cuerpos, sino también cualquier rastro de existencia.

Las telepantallas son funcionales a la vigilancia que el GH ejerce sobre las personas. Un sólo gesto de desagrado o contrariedad podría significar el final. Por esta razón, nadie —o casi nadie— se atreve a compartir sus dudas o cuestionamientos al sistema. La autocensura es completa y está justificada. Pero la dinámica del control y el castigo no sólo tienen como herramienta a la tecnología. También el lenguaje es utilizado con el mismo fin. Los neologismos —la «vaporización» es uno de ellos—, que conforman una neolengua impuesta, están adaptados a las necesidades del sistema imperante. No es un dato menor. A través de este lenguaje logran imponer su ideología y obturar otras formas de pensamiento. En resumen: limitan las posibilidades de expresión y, con ello, las ideas. Lo que no se nombra, no existe. Simple.

Inicio de la película estrenada en 1984, basada en la novela de Orwell. Fuente: GwiLL ZX Spectrum.

Eso sí: el GH no vigila a todxs con el mismo interés, sino sobre todo a aquellxs que pertenecen al Partido, como es el caso del protagonista. El líder no se comporta de igual manera con lxs proles, quienes no están bajo su mira. ¿La razón? Considera que no son una amenaza para la estabilidad del sistema ya que no tienen la capacidad crítica para llevar a cabo una revolución. Winston Smith, sin embargo, no piensa lo mismo. Por el contrario, cree que ellxs son la esperanza.

¿Qué lleva al protagonista a rebelarse contra el Gran Hermano? Su trabajo en el Ministerio de la Verdad, el cual consiste en destruir y reescribir el pasado para que la versión oficial sea siempre la única y verdadera. Cada promesa que realiza el Gran Hermano se cumple de cualquier modo: en el mundo real o en el simbólico. Si sus palabras no se materializan, Winston destruye documentos y los reemplaza por otros que coincidan con lo que ocurre en el orden de lo real. De esta manera el líder logra un efecto de verdad que le permite perpetuarse en el poder.

Es Julia, una joven rebelde, quien lo cambia todo. Ésta empuja a Smith a afiliarse a la Hermandad, un grupo de resistencia, pero pronto ambxs descubren que aquella también es parte del mecanismo represor del Partido. Luego de las torturas a las que los somete el Gran Hermano, ya no queda mucho por hacer. O, al menos, eso parece. ¿Podrán resistir ese tipo de disciplinamiento, más cruento y feroz? ¿O terminarán transformándose en fieles seguidores y defensores de un sistema totalitario y deshumanizante como el resto? Habrá que esperar hasta el final para saberlo.

La narrativa de George Orwell y el reality más famoso


La vida de Orwell fue sinuosa y corta: murió a los 46 años, dejando como legado obras valiosas a través de las cuales pareció expresar su preocupación por el futuro del mundo. No era para menos: le tocó atravesar períodos históricos convulsionados, signados por la violencia y el hambre. Incluso intentó participar en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, fue rechazado.

Siendo muy joven fue asistente del superintendente de distrito en la Policía Imperial de la India, país donde nació. Pero luego sintió un profundo rechazo por el imperialismo y el estilo de vida burgués, lo que lo llevó a una reorientación política. Se definió como ácrata, socialista y cercano a la izquierda europea moderada en diferentes momentos de su vida. Incluso se unió como miliciano al Partido Obrero de Unificación Marxista durante la Guerra Civil Española. Por todo esto resulta por lo menos extraño y sorpresivo cómo los neoconservadores lograron apropiarse tanto de 1984 como de Rebelión en la granja —novela satírica publicada en 1945, también de su autoría— para utilizarlas en contra de la izquierda.

En realidad este fenómeno se debió a que fue malinterpretado en Europa, en especial en el Reino Unido donde fue y es muy popular. Allí casi no se conocían sus antecedentes como izquierdista, por lo que 1984 se leyó como una crítica al socialismo. Sin embargo, la manipulación de la información, la vigilancia y la represión que reflejan la novela hablan por sí solas. Como también hace lo suyo su vida cívica, totalmente alejada de las políticas de derecha. “Formo parte de la izquierda y he de trabajar en su seno, por grande que sea mi rechazo hacia el totalitarismo ruso y su influencia perniciosa sobre nuestro país» refirió en una carta enviada a la Duquesa de Atholl publicada en 2001. Todo dicho.

Primera eliminada de Gran Hermano 2001 cuenta su mala experiencia en el reality. Fuente: Infobae.

Entonces, resulta curioso que, luego de varias décadas, productores de TV decidieran retomar una novela de contenido político y social para crear un producto televisivo de entretenimiento titulándolo con el nombre del dictador de la historia. ¿Qué vínculo, en definitiva, existe entre 1984 y el reality? ¿Por qué decidieron los creadores de GH llamarle de ese modo?

Aunque fue estrenado por primera vez en los Países Bajos en 1999, Argentina tiene también una tradición en ediciones de Gran Hermano. La primera de ellas fue producida en 2001, meses previos al Argentinazo, la explosión social más importante hasta el momento. Durante ese año de ruptura en términos políticos, economicos y sociales, Telefe logró, desde el inicio, números más que deseados en temas de rating. En medio del incendio, supo construir un éxito.

Si bien en cada lugar, y también con el paso de los años, las ediciones sumaron modificaciones, la premisa en la que se apoya el programa no ha cambiado nunca. Pareciera claro el paralelismo: vigilancia, invasión a la intimidad, personajes con ciertos trastornos o características algo extremas, manipulación de la información, eliminaciones en mano de GH. De manera sorpresiva, lo que no aparece en primer plano —quizás por desconocimiento— es la perversidad propia del funcionamiento del juego. ¿Será porque se basa, en realidad, en una historia cuyo autor denuncia las atrocidades que cometen los regímenes totalitarios, pero presentado de un modo lúdico? Será cuestión de decidir qué hacer: ver más allá o dejarse llevar por la corriente.

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Esta obra está licenciada bajo CC BY-NC-SA 4.0

Autores: Julieta Alegre y Nicolás Esquivel

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