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Elena Garro, la autora que inició el realismo mágico

Publicada el 16/04/202408/08/2024 por Historia para ser contadas

En el desarrollo del realismo mágico, Elena Garro pareció tener poco que ver. Por años, fue injustamente recordada como esposa de Octavio Paz. También puesta en juicio por algunos hechos polémicos referidos a la vida política mexicana. Pero no obtuvo demasiada repercusión por su obra lúcida y su función clave dentro del Boom Latinoaemericano.

El realismo mágico, que se originó en América Latina en 1930 pero que alcanzó su apogeo en 1960, tuvo otros protagonistas. El más destacado, y también señalado como iniciador del movimiento literario, fue Gabriel García Márquez. Además de escribir novelas multipremiadas, su figura fue central dentro del boom, ese momento en el cual autores de Latinoamérica comenzaron a ser leídos en Europa.

Elena garro en su juventud.
Elena Garro en su juventud. Fuente: Milenio.

Su historia como pionero estuvo siempre legitimada por la educación formal y es archiconocida. Cien años de soledad, la novela que narra las desventuras de la familia Buendía, dio vueltas en el mundo. En América Latina se instaló, de manera indiscutible, como la obra clásica que dio el puntapié inicial al desarrollo del realismo mágico.

Esta novela marcó a fuego la historia de la literatura. Al vender millones de copias, ser traducido a más de treinta idiomas y recibir el Premio Nobel, García Márquez se erigió como uno de los escritores más importantes del siglo XX. Abrió así, el camino para que autores y autoras, siguiendo sus pasos, comenzaran a poblar sus narrativas de segmentos fantásticos relatados de manera realista. 

Había nacido un estilo: la huella latinoamericana. Y también una mentira que solo la escritora mexicana Elena Garro pudo evidenciar a través de su vasta obra y su frágil existencia, años después.

¿Cómo lograr escribir siendo mujer?


Del total de los ciento veinte premios Nobel de Literatura otorgados hasta el momento, tan solo diecisiete fueron entregados a mujeres y esto recién ocurrió durante la última década del siglo XX. ¿Por qué existió una disparidad tan pronunciada entre géneros? Más allá de los sesgos que entran en juego, las mujeres tuvieron poco acceso a la escritura y la consiguiente publicación y muchos obstáculos que enfrentar.  

Aquellas que se atrevían a escribir gracias a ciertas condiciones sociales favorables, debían enfrentarse a dos tipos de resistencia. Por una parte, al rechazo social e intelectual del colectivo masculino, en cuyas manos estaba el circuito literario. Por otra, a la autocensura por no sentirse preparadas dado que la educación les estaba vedada —las francesas fueron las primeras en poder ingresar a la universidad recién en la segunda mitad del siglo XIX—. 

También pesaba sobre las mujeres la idea de que la creatividad como cualidad era propia del hombre. Por ese motivo, muchas publicaban sus textos de manera anónima o con un seudónimo masculino. En ocasiones, además, debían convivir con la sospecha de que sus obras, en realidad, les pertenecían a sus esposos también autores, tal como le ocurrió a Mary Shelly, creadora de Frankenstein.

Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosas y José Donoso, autores destacados del Boom Latinoamericano.
Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosas y José Donoso, autores destacados del Boom Latinoamericano. Fuente: Clarín.

Por suerte, el siglo XX llegó con aires nuevos. A partir de allí, las autoras comenzaron a publicar en nombre propio sin problemas. Muchas de ellas se centraron en temáticas referidas a la cultura patriarcal y sus implicancias, como la inequidad de género o la violencia machista. Pero eso, de ningún modo, pudo subsanar de la noche a la mañana lo que había ocasionado su poca participación a nivel discursivo.

¿Qué consecuencias trajo aparejado la restricción de la voz de la mujer en la producción literaria? En el orden de lo simbólico supuso poner la visión sobre la figura femenina en manos masculinas. El hombre como sujeto y la mujer como objeto dieron lugar a una literatura que instalaba lo que era ser mujer desde una mirada hegemónica. En consonancia con la cultura dominante, ubicaba a la figura femenina en la esfera privada y abocada a tareas de cuidado, lejos de la independencia económica y formación académica. 

Fue lo primero que reivindicaron las autoras del siglo XX: la posibilidad de hablar sobre sí mismas desde una perspectiva promotora de los derechos humanos. El resto de la historia es conocido. Con lentitud, referentes se abrieron paso en un universo masculino y sembraron las bases de un cambio que aún en el siglo XXI, sin embargo, continúa siendo lento y contradictorio. 

Elena Garro en clave feminista


Años antes que García Márquez, Elena Garro había publicado en 1963 la novela Los recuerdos del porvenir, libro que narra la historia de una comunidad latinoamericana y a través de la cual recupera tradiciones del universo prehispánico.

Fue esa novela, en realidad, donde se sentaron las bases del realismo mágico como movimiento, pero eso a casi nadie pareció importarle. Por el contrario, la autora se vio ensombrecida por dos figuras descomunales: García Márquez, reconocido por el público, la crítica y sus colegas; y Paz, con quien convivió durante dos décadas y a quien aborreció el resto de su vida. 

Las similitudes entre Cien años de soledad y la obra de la mexicana son múltiples. Ambas historias se encuentran ambientadas en pueblos ficticios de Latinoamérica —Macondo e Ixtepec— y no poseen un único protagonista. Por el contrario, hacen foco en numerosos personajes. Además, presentan imágenes o arquetipos que se repiten, como el loco del pueblo, la adivina o el líder autoritario, entre otros. 

Elena Garro y Gabriel García Márquez bailado.
Elena Garro y Gabriel García Márquez, bailando. Fuente: Reddit.

¿García Márquez plagió a Elena Garro? Desde ya que afirmarlo es inexacto. Pero resulta evidente la marcada inspiración de uno hacia la otra, lo que no resultaría del todo extraño —en algún punto, todo discurso social entra en diálogo con otros— si no fuera porque sobre la escritora la educación formal, la industria cultural e incluso sus colegas escritores no dijeron una sola palabra durante décadas.

No hubo plagio como tal pero sí cierta influencia que nunca fue señalada . Esto trajo como consecuencia la invisibilización de Garro como precursora de una huella que le dio celebridad y vuelo al colectivo de autores y autoras latinoamericanas. Algo de lo que ella nunca se quejó. Fiel a su estilo, siempre buscó despegarse de esa identificación por considerarlo una etiqueta mercantilista a la cual no le interesaba pertenecer. Con seguridad, la escritora hubiera explicado aquellas similitudes como una consecuencia del espíritu de época y nada más.

En la actualidad resulta difícil despegarla de ese rótulo. Es más: antes de publicar su novela, ya había escrito en 1957 un texto dramático llamado Un hogar sólido, en el cual utilizó también procedimientos compatibles con los del movimiento. Éste inauguró, además, una serie de historias en clave feminista que la autora eligió moldear teatralmente. A través de ellas denunció las implicancias negativas de ser mujer en esta cultura, con desgarro, compromiso y una exquisita narrativa.

El realismo mágico en su teatro de denuncia


Dentro de la dramaturgia de Elena Garro, muchas de sus obras pusieron el foco en la condición femenina frente a conflictos referidos al orden de lo cultural, de manera directa o tangencial. Algunas de ellas fueron la ya referida Un hogar sólido, La señora en su balcón (1959) y Los perros (1965).

En la primera, la autora sitúa a personajes pertenecientes a una misma familia, cuyo vestuario referencia la época en la que murieron. Esperan el juicio final en el limbo, mientras arriba la última integrante que parece faltar: la joven Lidia, de apenas treinta y dos años. 

En esa coordenada caracterizada por lo fantástico, lxs familiares recorren sus experiencias pasadas en búsqueda de certezas que le permitan ganarse un lugar en el cielo. Las reflexiones e intercambios que se suceden, revelan incomodidades o deseos frustrados a causa del marco cultural en la cual están inmersxs y en boca de personajes como la recién llegada. 

El tiempo no lineal y un espacio coherente con el género, logran que la historia exceda los límites realistas. Desde esta premisa mágica, el drama aborda temas vinculados a la fragilidad de la vida y la transición hacia la muerte. Pero también incorpora, de manera subrepticia, marcas vinculadas con las inquietudes propias del mundo femenino en voz de sus protagonistas. Esto podría ser leído como un diálogo entre la pieza en cuestión y la tumultuosa vida personal de su autora.

La señora en su balcón, en cambio, presenta a Clara, una mujer de cincuenta años que se ve a sí misma desfilar a los ocho, veinte y cuarenta, en diferentes contextos y realidades.  Aquí Garro logra construir un espacio-tiempo donde confluyen el presente y el pasado. Esto le permite al personaje principal descubrir, a través de la recuperación de sus recuerdos, los momentos más importantes de su vida y la imagen de los hombres que la han marcado a fuego. 

Elena Garro y Octavio Paz riendo.
Elena Garro y Octavio Paz. Fuente: Milenio.

¿Cómo y por qué ocurrieron esos hechos? ¿Qué sentido tienen y de qué manera operan  en la acción que lleva a cabo la protagonista? Quizá no quede del todo claro hasta el final. Los diálogos que Clara entabla con sus yo del pasado no la alejan de la certidumbre de no haber tenido un espacio propio donde desarrollar su identidad. Esto convierte al desenlace en impactante y desesperanzador al mismo tiempo. 

Los perros, a diferencia de sus antecesoras, mantiene un marco más realista, aunque no escapa de cierta lógica crítica ante los condicionamientos culturales que condenan a la mujer a situaciones de vulnerabilidad. Pero esta vez lo hace de manera más descarnada, directa y poética.

En este caso, la dramaturgia se centra en la vida de Manuela y su hija Úrsula, de doce años. Juntas llevan una vida sencilla en un pueblo de México, pero una celebración católica dedicada a San Miguel les presenta una situación que marcará sus vidas. Un hombre importante de la comunidad planifica secuestrar a Úrsula para obligarla a vivir con él, tal como se acostumbra en esos lugares. Aunque son alertadas del peligro, poco parece quedar por hacer.

¿Qué elemento anticipa un final desalentador? El hecho de que Manuela haya sufrido la misma desventura y lo haya ocultado, en un intento desesperado por no tentar al destino. Sin embargo, y como si fuera una paradoja, es ese silencio el que parece condenar a su hija a vivir la misma tragedia.

¿Fue su consciencia acerca del poder de la cultura dominante y su capacidad para oprimir la vida de las mujeres la que llevó a Elena Garro a profundizar en estas problemáticas? ¿O fue su propio devenir, cargado de subestimación y acusaciones, el que guió su pluma irreverente y provocadora? Cualquiera sea la respuesta, la suya fue una huella imborrable que, apenas hoy, empieza a ser reivindicada como merece.

¿Quién era, en verdad, Elena Garro?


Por décadas se la identificó como la esposa del ovacionado Octavio Paz y amante de Bioy Casares. Más adelante se la acusó de espionaje y de trabajar para el gobierno de Estados Unidos, en tiempos del movimiento estudiantil de 1968 que culminó con la masacre de Tlatelolco. También se la culpó de funcionar como agente del gobierno mexicano y de tener como objeto destruir dicho movimiento. Pero nunca se la destacó como lo que fue en realidad.

A quien hoy se la reconoce como la mejor escritora de México después de Sor Juana Inés de la Cruz, se le tejió una leyenda siniestra que opacó su grandiosa obra. Debido a esto, separada ya de Paz y luego de hacer público un documento en el que criticaba a los principales intelectuales de la época, se exilió en Europa junto a su hija. Volvió a su país años antes de una muerte, ocurrida en 1998. Ésta pasó desapercibida para la prensa y el público. 

Elena Garro y su hija Helena Paz Garro.
Elena Garro y Helena Paz Garro, su hija con Octavio Paz. Fuente: Zona Paz.

Sería el libro Odi et amo: las cartas a Helena, publicado en 2021, el que confirmaría la violencia ejercida por Paz. En ese libro, el editor Guillermo Sheridan recopiló las misivas que le envió el poeta a Garro, entre 1935 y 1945. Su contenido puso en evidencia un vínculo tormentoso y abusivo, que fue en detrimento de la vida profesional de la escritora. Dejó claro que Paz sí obstruyó el desarrollo intelectual de su esposa y le prohibió escribir mientras vivieron juntxs.

Quizás a partir de todo esto sea más fácil entender a la Elena Garro que se esconde detrás de su obra. Como autora nunca calló. Defendió a campesinos e indígenas masacrados por sus tierras. También puso en foco la inequidad de género y la violencia machista pese a una sociedad que la desconocía y acusaba. Alguna vez dijo: “Yo vivo contra él, estudié contra él, hablé contra él, tuve amantes contra él, escribí contra él y defendí indios contra él. Escribí de política contra él, en fin, todo, todo, todo lo que soy es contra él […] en la vida no tienes más que un enemigo y con eso basta. Y mi enemigo es Paz”. Queda claro por qué.

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Esta obra está licenciada bajo CC BY-NC-SA 4.0

Autores: Julieta Alegre y Nicolás Esquivel

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