¿Una protagonista por fuera de los estándares de belleza? Existe y se llama Coy, personaje central de Gorda. Producida por el canal de televisión de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF), BDEBUENO y el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), esta serie web se estrenó en 2018 y ganó numerosos premios, incluyendo el Martín Fierro Digital a la mejor ficción de ese año.
A través de esta historia, que se desarrolla en ocho capítulos de no más de quince minutos cada uno, sus directoras Tamy Hochman, Bárbara Cerro y Sol Rietti, ponen en escena una problemática social que continúa siendo muy actual: la presión sobre la imagen. Pero, además, dejan expuesta en esta apuesta la hipocresía social, los prejuicios, el machismo que modela los cuerpos, y la desigualdad de oportunidades.
¿Es la primera serie con una protagonista con un cuerpo no hegemónico? Desde ya que no. Pero sí es la primera que innova en la forma de contar la historia de una joven con sobrepeso. Además, Gorda resuelve el conflicto principal de la trama de una manera no convencional porque le permite a Coy, una joven judía de veintisiete años —y, como un espejo, a todas las personas que son marginadas por su imagen al igual que ella—, el derecho a rebelarse. El reconocimiento que recibió en prestigiosos festivales internacionales, es una muestra de cuán disruptivo es su planteamiento.
¿Qué historias sobre personajes similares nos acercó el cine y la TV antes de la ficción de UN3? ¿Se ha hablado de manera profunda en la industria audiovisual de lo implica poseer un cuerpo no hegemónico en una sociedad como la nuestra? La lista pareciera no ser tan extensa y los moldes, calcados unos de otros.
Los cuerpos no hegemónicos en el cine y en la TV
La cultura, a través de formaciones, tradiciones e instituciones productoras de relaciones socioculturales, determina lo que es deseable o no en una sociedad. Desde que nacemos, la escuela, la familia y los medios de comunicación han señalado, de distintas formas, cuál es el cuerpo ideal al cual aspirar, sobre todo a las mujeres, quienes reciben con mayor fuerza la presión social.
El mundo nos dice que ser gordo o gorda está mal. Que ese tipo de corporalidad no puede o debe ocupar un lugar central y que, por el contrario, son cuerpos que poseen una falla o un defecto. Por supuesto, los medios audiovisuales fueron —y aún lo son— parte de esta construcción.
En las décadas de los años ochenta y noventa, cuando la televisión era el medio de mayor alcance, pocas series —locales y extranjeras— contaban en su elenco con algún personaje con sobrepeso. En esos casos, en su mayoría, aquellos habitaban tramas secundarias o aparecían como personajes de relleno. Otros, a veces, aportaban la cuota de humor.
- Por ejemplo, las tiras juveniles Pelito (1984) y Socorro, quinto año (1990), éxitos de esos años que aplicaban diferentes fórmulas, tenían en su elenco un personaje considerado obeso para la época: Luis (Damián Canavezzio) y Verónica (Veronica Wallfish), respectivamente.
- También Friends, serie norteamericana de gran repercusión en el país, en ciertos capítulos daba cuenta del pasado doloroso vinculado al sobrepeso de Mónica, una de sus protagonistas.
Luego, en los años 2000, una ficción televisiva y una película ubicaron a personas obesas como protagonistas:
- Mi gorda bella fue una telenovela venezolana en la que una adolescente obesa se enamoraba de su primo.
- Amor ciego fue un filme en la que un joven, debido a una hipnosis, se enamoraba de una mujer con obesidad mórbida creyendo que era delgada como él la percibía.
Una curiosidad que compartieron ambos productos es que las actrices que interpretaban la persona con sobrepeso, Natalia Streignard y Gwyneth Paltrow, eran delgadas.
Sólo la película norteamericana dejó al descubierto los prejuicios y el rechazo hacia los cuerpos no hegemónicos. El resto de los productos no indagó en la problemática. Por lo general, no repararon en ella. Si lo hicieron, no resolvieron el conflicto con una protagonista activa, dispuesta a cambiar el estado de las cosas.
Una de las creadoras de Gorda, Tamy Hochman, señalo en una entrevista realizada en 2019:
Creo que, en los últimos años, la nueva ola de feminismo ha ayudado a agilizar ciertos procesos y gracias a eso podemos ver que, de a poco, se van inmiscuyendo cuerpos diferentes en ciertos espacios de la cultura. Esto me permitió poder realizar la serie web GORDA, idea que tuve allá por el 2012 pero que no hubiera tenido el público ni el éxito que logramos el año pasado si no fuese por estos cambios que se están dando. @gordalaserie es hija de su época, no habría funcionado por aquellos tiempos.
Quizá esa sea la razón por la cual Gorda pudo realizarse recién en 2018, y no antes. La pregunta que queda flotando en el aire, de todos modos, es qué ha ocurrido luego de esta serie en la industria audivisual y qué lugar se le ha dado a la temática desde ese momento en adelante.
Gorda, una serie web que incomoda
En Gorda, el detonante que da inicio a la acción es un audio enviado por equivocación a un grupo de WhatsApp. Luego de una cita fallida, y de beber por ello demasiado alcohol, Coy graba un mensaje a su amiga Julia para contarle cómo se siente. En esa catarsis, revela lo que escondió por años. El problema radica en que, al despertarse por la mañana, se da cuenta de que, en realidad, envió el audio a un grupo de compañeros de la escuela primaria que la maltrataron en la infancia.
La pesadilla no cesa con ese hecho. Pronto, Coy descubre que su mensaje ha sido viralizado —incluso su hermana menor lo tiene en su teléfono— . En el grupo de la primaria, y también fuera de él, la protagonista se convierte en la burla de todxs, una vez más.
¿Qué le queda a la joven, más que resignarse como lo hace siempre, ante la humillación de conocidos y extraños? Pero una frase de su amiga, quien le aconseja que debe usar la situación como bandera, y el contacto con Swartz, un compañero de su grupo de apoyo, modifican su reacción inicial.
¿Puede Coy vengarse de quienes la discriminan? ¿Tendría legitimación su revancha? Aunque oscila por momentos entre una y otra posición, finalmente decide convertir su martirio en un acto político y rebelarse contra un mundo hostil que no le permite disfrutar de quien es.
En el camino encuentra aliadxs con el mismo entusiasmo que ella. Al ya mencionado Swartz —un aparente excéntrico especialista en ciberseguridad—, se le suman compañeras del grupo de apoyo, que comparten la misma historia de acoso y sufrimiento. No pasa mucho tiempo hasta que otras mujeres, al ver por redes sociales las acciones llevadas adelante, deciden a participar en la cruzada.
Coy logra salir del papel de víctima para cambiar su vida. Alza su voz para decir lo que está mal. Lo hace desde la convicción de que las cosas deben cambiar. No en el futuro, o algunas veces, sino ahora y para siempre.
Gorda, con una narrativa incisiva y humorística, acusa a la cultura de la prodelgadez en la que vivimos y nos plantea interrogantes. ¿Qué hacer, después de verla? Dependerá de qué tanto queramos que la presión hacia la imagen deje de ser la regla. También, de si podemos asimilar que no importa cuántos kilos tenga o como se vea, un cuerpo es todo lo que necesitamos para caminar livianxs.