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Jem and the holograms o cómo innovar las jugueterías

Publicada el 08/06/202408/08/2024 por Julieta Alegre

Hablar de Jem and the holograms es desenterrar recuerdos casi vívidos sobre un personaje con doble identidad, canciones pegadizas y peinados extravagantes. Es que esta serie animada, aunque se transmitió en los años ochenta con mucho éxito—en Argentina, al inicio de los noventa—, logró permanecer en la memoria colectiva, al punto que aún hoy se realiza la Jem Co, una convención que reúne a fans de todo el mundo.

Jerrica Benton —o, su alter ego, Jem—, fue la heroína de las niñeces de aquella época y una figura de ficción rentable creada por la compañía de juguetes Hasbro: le posibilitó a ésta la venta masiva de muñecas y dio paso a un amplio merchandising dedicado al programa.

Intro de la serie animada. Fuente: Caricaturas de ayer.

Sí, al igual que otros dibujos de esos años —el caso de He-man o She-Ra de Mattel—, Jem and the holograms fue creada inicialmente para promover una línea de muñecas. Pero ese hecho tan peculiar no explica el por qué —al menos, no del todo— de un fenómeno que, con el paso del tiempo, no decreció. Por el contrario, se hizo cada vez más potente.

Quizá la razón tenga que ver con que, aunque se trata de una animación dirigida al público infantil femenino, no sólo éste fue capaz de valorarla y seguirla, episodio tras episodio. También la consumieron los varones. ¿Las razones de su transversalidad? Pueden ser varias pero, con seguridad, la más importante radique en que las relaciones afectivas que muestra son abordadas con cierto realismo, algo que no es común en los dibujos de esa época en occidente.

¿Quién es Jerrica Benton?


Las muñecas que le dieron origen a Jem and the holograms eran tan rupturistas que incluían vestimenta, accesorios e instrumentos de música. En algunos casos, hasta traían casetes (¿alguien los recordará?) con los temas de la serie. Sin desentonar, la animación no se queda atrás. A lo largo de sus sesenta y cinco episodios repartidos en tres temporadas, amplía y profundiza la historia de aquellos personajes de rock. Lejos de la típica trama de dibujos animados de ese entonces, su trama es compleja y pretenciosa. 

Dentro del género de animación, la serie resulta disruptiva por muchas razones.  A un origen poco común, se le debe agregar una estética representativa de la década ochentosa —peinados, maquillajes y vestimentas rockeras, al igual que las muñecas—. La banda sonora —cuenta con canciones originales— también refleja la época y le suma a la historia un ingrediente valioso que otras animaciones no solían tener. 

Además, la protagonista tiene brillo propio. Aparte de ser mujer —en una época de héroes masculinos—, es osada y rebelde. Lejos de personajes como Sandybell  o Candy Candy —animaciones dirigidas al público infantil femenino—, Jerrica es decidida. De algún modo, su carácter combativo prepararía a la audiencia para historias de mujeres fuera de lo convencional, que surgirían con más fuerza en la siguiente década. Todas narrativas en las que las protagonistas, al igual que Jerrica, no renuncian ni se callan nada.

dibujo de banda de rock de chicas
Muñecas de Jem and the holograms. Fuente: Swastik Supplies.

¿Quién es la joven Benton, en definitiva? La dueña de una discográfica, antes propiedad de su padre, recientemente muerto. Pero, luego de heredar a Starlight Music, un sello de relevancia dentro del mundo de la música, le espera una sorpresa que no imaginó y que cambiará su vida: es contactada por Synergy, una computadora inteligente inventada por su padre, que crea hologramas y que asegura querer ayudarla.

Con su colaboración, la protagonista consigue detener, de momento al menos, los ataques de Eric Raymond —antiguo asistente del señor Benton—  y el grupo The Misfits, quienes quieren apropiarse de la compañía. ¿Cómo?  Synergy le permite a Jerrica asumir con solo tocar sus aros —con excepción de su hermana y amigas, que funcionan como cómplices—, la identidad de Jem, una estrella de rock. 

La ambición de Eric por quitarle a las hermanas Benton su herencia, termina por ser el motor de la historia. Con las ganancias que provee la discográfica, Jerrica dirige el orfanato Starlight House. Perderla significa cerrar y dejar en la calle a una decena de niños y niñas que ama. Esta será su mayor motivación: defender el orfanato a como dé lugar.

Britta Phillips cantando la canción principal de Jems and the holograms en 2015. Fuente: This is shazzer.

Si bien por momentos cuenta con dramas algo exagerados, el conflicto principal pareciera lo suficientemente realista como para mantener en vilo a la audiencia y conquistarla. Quizá porque esta oposición de fuerzas se traduce, además, en una lucha dentro y fuera del escenario entre The hologramas —la banda liderada por Jem— y The Misfits —jóvenes músicas y delincuentes, aliadas de Eric—, a través de canciones.

Otro de los conflictos principales que presenta la serie es la insólita situación de Río Pacheco, novio de Jerrica. Éste se enamora también de Jem, pero nunca termina por descubrir la verdad: ambas son, en realidad, la misma persona.

En paralelo, increíblemente, la protagonista tampoco parece molestarse al comprobar que su novio tiene otro interés amoroso, aparte de ella. De todos modos, aunque se trata de un triángulo algo incomprensible, no deja de ser una de las subtramas que le da más dinamismo a la historia.

La trama melodramática y de comedia musical de Jem and the holograms


A través de sus dos conflictos más importantes, Jem and the holograms evidencia líneas argumentales más complejas que las habituales en ese género y época. Muestran, además, problemas propios del mundo real. Éstos oscilan entre la falta de un padre presente, por ejemplo, y estados depresivos lógicos de la adolescencia, entre otras temáticas. En ese sentido, se parece más a una telenovela musical que a una serie que publicita una línea de muñecas.

Será por ello que, entre los recursos más utilizados por su guionista, Christy Marx, se encuentran los cliffhangers narrativos: cada episodio termina en una escena inconclusa. Esta técnica estimula al público a continuar mirando el siguiente capítulo para conocer la resolución del conflicto. Igual que lo hacían los folletines de fines del siglo XIX que tan bien retrató Beatriz Sarlo en su libro El imperio de los sentimientos.

«(…) una telenovela para niños es lo que fue o terminó siendo de todos modos».

Christy Marx.
I got my eye on you, canción de The hologramas. Fuente: The Mitigating.

Otro recurso bien utilizado es la música. Las letras de las canciones de The holograms promueven mensajes de amor y amistad. Para cada situación de la vida juvenil, hay un tema de Jem —en la voz de Britta Phillips— que la refleja. Los temas de The Misfits, como contrapartida, predican el consumismo y el vandalismo, entre otros hechos cuestionables.

Jem and the hologramas llegó a ser el tercer show infantil más visto, pero su momento de éxito duró sólo tres años. En 1988, fue cancelado debido a la baja en ventas de las muñecas que le dieron origen. Sin embargo, la serie puede adjudicarse un logro para nada menor. Su popularidad obligó a Barbie a sacar una línea rockera para competir con las muñecas de Hasbro.

En 2015, Jon M. Chu dirigió una película basada en Jem and the Hologramas, pero fue un completo fracaso. Esto podría indicar que el fuego de la animación se apagó para siempre. Sin embargo, no es del todo cierto. El recuerdo de Jem y sus amigas perdura hasta hoy. Todavía existen miles de fans en todo el mundo, quienes siguen entonando —como lo hizo Britta en los años ochenta—, solxs o en las convenciones: «no one else is the same! Jem is my name!«.

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Autores: Julieta Alegre y Nicolás Esquivel

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