Historias para ser contadas | Blog
Menú
  • Inicio
  • Libros
  • Películas
  • Series en línea
  • Teatro
  • Televisión
  • Equipo
  • Newsletter
  • Términos y Condiciones
    • Política de Cookies
Menú

La mirada externa en Alf, la serie que marcó una época

Publicada el 05/06/202408/08/2024 por Julieta Alegre

La llegada de Alf a la NBC a mediados de la década de los ochenta, se convirtió, en poco tiempo, en un hito de la televisión mundial. Después de casi cuarenta años, de manera sorprendente, esta comedia —cuyo protagonista es un alienígena proveniente del planeta Melmac— aún mantiene un lugar de importancia dentro de la cultura pop. ¿Cómo se explica semejante fenómeno?

Durante aquella época, fueron varias las películas y series —incluyendo producciones argentinas— que tuvieron entre sus personajes a seres extraterrestres. Pero cada uno de sus creadores buscaron objetivos distintos. En algunos casos, intentaron retratar desde el humor la estadía de un alienígena en nuestro planeta. En otros, como ocurrió en E.T, buscaron darle a la historia un matiz más dramático.

estra terrestre peludo tocabdo un gato acostado
Alf en una escena de la serie homónima. Fuente: Revista Noticias.

Alf, sin lugar a dudas, se encuentra dentro del primer grupo. Sin embargo, su origen está enlazado íntimamente a la popular película de Spielberg. ¿Por qué? Aunque se trata de una sitcom donde no faltan situaciones hilarantes, la serie es, en realidad, una especie de parodia del film. La diferencia entre ambos productos radica en que la tragedia que proyecta E.T. no desaparece en Alf, es cierto, pero sí se oculta detrás de un tratamiento humorístico que, sólo por ínfimos momentos, se debilita.

A juzgar por su vigencia, pareciera que el ruido de su éxito y el carisma de su personaje central se conjugaron —sin quererlo, claro— para que la trama subyacente —el camino de vuelta a casa de un extraterrestre— quedara opacada. No obstante, quizá sea ésta la clave para entender por qué logró sobrevivir al paso del tiempo, entre tantas historias alienígenas similares de la época.

La otredad y la diferencia en la narrativa de Alf


Alf, quien se llama Gordon Shumway en realidad, estrella su nave en el garage de los Tanner y da inicio así a una aventura que pone patas para arriba la vida de estos terrícolas comunes y ordinarios, de vida tranquila y rutinaria, sin sobresaltos económicos ni de ningún tipo.

Luego del lógico pánico inicial, se despierta en los dueños de casa la curiosidad por saber qué o quién es esa extraña criatura de apariencia no humana, que descansa, desmayada, sobre la mesita de la sala. Sobre todo en Willie, el padre de la familia, de profesión asistente social, pero aficionado a la ciencia en general.

Es este hombre el que bautiza al recién llegado como Alf. Con esas siglas hace referencia, en el original, a Forma de vida Extraterrestre; en su traducción al español, a Amorfismo Lejano Fantástico.

Una vez que la familia comprueba ya en el primer capítulo el destino tortuoso que le espera al recién llegado si cae en poder del gobierno estadounidense, decide protegerlo del exterior, cueste lo que cueste. Aunque ello implique, incluso en los capítulos más extremos, hacer el ridículo ante la comunidad o terminar en presión.

Es precisamente ésta la premisa de la sitcom: esconder de la humanidad la existencia del extraterrestre, a quien eligen cobijar, primero por compasión, luego también por afecto. El problema reside en el carácter inquieto, travieso e irresponsable de Alf, quien, a lo largo de los capítulos, termina por generar conflictos que perjudican, por lo general, a Willie. Es cierto. Pero nada es casualidad: el contrapunto es el elemento que, finalmente, le da dinámica a la trama.

Escenas del prime capítulo d Alf. Fuente: Osva.

Alf puede parecer encantador viéndolo desde el sillón de casa, pero no de cerca, compartiendo la cotidianidad. Es verdad que ese otro que tímidamente se acepta en un principio, pronto se incorpora a la familia como uno más, aún con sus diferencias. Pero también resulta evidente que, para los Tanner, la complejidad de la personalidad de Alf, con costumbres tan alejadas a las de la familia, por momentos se convierte en una carga difícil de sostener.

Las secuencias en las cuales estas diferencias logran lo contrario no son tantas, pero sí constituyen las escenas que más han quedado impregnadas en la retina de sus seguidores después de tantos años. Quizá sea así porque éstas desnudan nuestras falencias humanas relacionadas con la organización y la convivencia, no sólo en términos micro, sino a nivel gubernamental y mundial.

La mirada de Alf es el punto de vista de alguien externo, que no está enviciado por la cultura ni la historia, y que puede ver de manera más objetiva el estado de la humanidad. También enriquece su enfoque el hecho de que él mismo sea el sobreviviente de un desastre nuclear que destruyó a su amado Melmac.

Sus opiniones y críticas descarnadas, si bien están presentes a lo largo de las temporadas, toman más fuerza en las dos últimas. No parece casual. Poco a poco, la serie se aleja de problemáticas más triviales y, en su lugar, muestra situaciones referidas a temas de interés público, como la defensa del medioambiente o el alto al fuego en el mundo.

Sus creadores lo hacen de manera deliberada y, con esa decisión, comienzan a desnudar el dolor de Alf, quien oscila entre un mundo que no entiende —la Tierra— y otro —Melmac— que no puede dejar atrás del todo.

Un infierno… ¿delante o detrás de escena?


La última temporada de Alf toma distancia de las anteriores. Ya ese rasgo humorístico que todo lo invade no puede esconder la desgracia que significa un desarraigo impuesto y la pérdida de lazos sociales. El natural de Melmac es un extraño en este planeta. Ser el único —y el último— de su especie no puede leerse más que como una tragedia.

¿Qué puede hacer el protagonista ante esto? Una posibilidad es ponerlo en palabras, de manera clara, sin chistes posteriores que desactiven el lamento lógico de alguien que sufre de una soledad peculiar. Así lo hace, cada vez con más frecuencia, hasta un punto cúlmine, en el cual pareciera que el conflicto no tiene resolución: Alf se vuelve adicto al algodón y la casa de los Tanner se vuelve un completo caos.

Cuando Willie intenta rescatarlo organizando una reunión de recuperación en su casa, la verdad queda en evidencia. No importa cuánto pueda adaptarse el extraterrestre a las costumbres terrícolas, ni cuánto puedan amarlo Willie, Kate, Lynn y Brian. No habrá forma de evitar que Alf se sienta solo en un mundo que no lo conoce ni le pertenece.

Escena de Los cuentos de Alf, spin-off de 1987-88 . Fuente: Audios Latinos Retro.

Luego de una cuarta temporada tormentosa, el último capítulo deja a la serie sin un desenlace aparente ¿Qué ocurre en la trama? Después de contactarse con otros sobrevivientes de Melmac, Alf se prepara para partir junto con sus antiguos amigos desde un campo lejano. Lo que no sospecha él ni la familia es que las fuerzas armadas conocen del encuentro y se dirigen a capturarlo.

La última imagen lo muestra rodeado de militares, con los Tanner observando a lo lejos, horrorizadxs, mientras desliza, fiel a su costumbre, una ironía final. El “continuará” en el videograph terminará siendo una mentira involuntaria. Al poco tiempo, la NBC cancelará la serie y su creador, Paul Fusco, deberá esperar años para relatar en una película, el destino de Alf. Ni el redituable merchandising, el éxito del spin-off animado o la popularidad del programa en todo el mundo pudieron evitar el final.

Mucho se habla de:

  • Los inconvenientes técnicos durante el rodaje.
  • Los celos de los actores —sobre todo de Max Wright — por el excesivo protagonismo de la marioneta.
  • Los problemas personales de cada uno —Andrea Elson sufrió de bulimia, por ejemplo— que dificultaron la convivencia.
  • El tiempo que demandaban las grabaciones.

No en vano estos datos rodean su cancelación y dejan un mal sabor de boca a quienes se proclaman fanáticos. Son verídicos y explican el final. Pero, en contraste y lamentablemente, poco —o nada— se dice sobre un hecho que, quizá, es el que vuelve a la serie difícil de olvidar: el cambio de tono, entre honesto y desgarrador, con el que Fusco termina contando la historia de un foráneo extravertido que, aunque nunca pierde el humor, desea volver con los suyos más que nada en el mundo.

Relacionado

Compartime

Navegación de entradas

← La argentinidad que refleja Esperando la carroza
Jem and the holograms o cómo innovar las jugueterías →

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Newsletter

Suscribite GRATIS para leer nuestras notas antes que nadie.

Categorías

  • Libros
  • Películas
  • Series en línea
  • Teatro
  • Televisión

Entradas recientes

  • Amigas de María Soledad rompen el silencio en Netflix
  • La trilogía de Andrea del Boca que marcó los años 90
  • Por qué Juan Moreira hizo temblar a la oligarquía argentina
  • Envidiosa, deriva de Pol-ka, ¿y un reflejo donde no mirarnos?
  • Plata dulce, un filme para entender el plan de la dictadura
  • De qué trata 1984, novela de Orwell que inspiró GH
  • La impronta feminista que dejó Rosa de lejos en ATC

Contacto

Instagram
Correo

historiasparasercontadas.papel

¡Amamos tanto lo retro que lo hicimos papel! 📚📚

Seguinos en Instagram

Tienda Online

Esta obra está licenciada bajo CC BY-NC-SA 4.0

Autores: Julieta Alegre y Nicolás Esquivel

Términos y condiciones
Política de privacidad
Historias Para Ser Contadas 2024. Diseño COMUNICO®