Cuando en su Mendoza natal Quino soñaba con dedicarse a dibujar, nunca imaginó que Mafalda, su más famosa creación, sería disputada por políticos, artistas y colectivos. Sin embargo, así ha sido a lo largo de los años. Llamativamente, incluso por sectores que no tienen punto de contacto con su forma de ver el mundo.
¿A qué se debe este fenómeno? En principio pareciera obvia y fácil la respuesta: a la aceptación generalizada de la protagonista y su universo. Algo que no sólo ocurrió y ocurre en Argentina, sino en Latinoamérica y en países europeos como España, Francia, Italia, Grecia y Portugal. Pero también asoma otra lectura posible: la tira aborda temáticas que no pierden vigencia con el paso del tiempo ni dependen de la geografía, aunque sí de ciertas limitaciones de cada región. Eso parece convertirla, para sorpresa de muchxs, en una historia fácilmente reciclable. O posible de resignificar bajo nuevas miradas.
Sin embargo, todo esto aún no explica el porqué Mafalda ha sido apropiada con fines políticos por sectores que, en rigor, no deberían sentirse representados por el subtexto de la tira. Podría pensarse, a primera vista, en la falta de conocimiento genuino acerca de la historieta. Es posible. Pero también, —por qué no— en la intencionalidad evidente por modificar su sentido en beneficio de propósitos políticos coyunturales.
El caso es que pareciera que la única manera de desentrañar el misterio que hay detrás de este suceso, es profundizar en la historia que Quino quiso relatar allá por los años sesenta. Pero, en paralelo, también analizar las ideas puestas en juego en los usos que se han hecho de ella. ¿Para qué? Para saber qué tan cerca o lejos se ubicaron en efecto aquellos empleos de la cosmovisión de uno de los más famosos historietistas argentinos.
Quién es quién en la historia de Quino
Fue en 1962 —Quino hacía ya diez años que radicaba en Buenos Aires, dedicándose al humor gráfico—, cuando Mafalda como personaje irrumpió en escena. Lo hizo a través de una tira diseñada especialmente para el lanzamiento de una línea de electrodomésticos. ¿Cómo o por qué? La marca Mansfield había contratado a Quino para que creara una historieta con fines publicitarios. Este trabajo, al parecer intrascendente, le serviría finalmente al historietista para desarrollar su trabajo posterior.
La primera vidriera de Mafalda sería el semanario Primera Plana. En 1965, pasaría a formar parte del periódico El Mundo, para luego trascender las fronteras y convertirse en un éxito también en América del Sur y Europa. Durante la misma década, como era de esperar, se editaron los primeros libros sobre la niña que odia la sopa y contradice a sus padres. Para ello se reunieron las tiras en orden de publicación, tal como se hizo en las siguientes publicaciones. La leyenda ya estaba en marcha.
De esta manera, la creación de Quino invadió el inconsciente colectivo como casi ninguna otra historia, y se volvió una referencia obligada en lo cotidiano. Ante cualquier situación, todavía hoy se ilustran ideas y pareceres a través de frases célebres de los personajes que forman parte de la tira. Al parecer —y en el mejor de los casos—, se trata de una referencia que todas las personas pueden comprender y disfrutar.
Así, es posible escuchar a mujeres aseverando “ser muy Susanita” para dar entender que son conservadoras. Como también algunas personas citan a Manolito para señalar a alguien como avaro y materialista. El caso es que sí, Mafalda y sus amigxs —con toda tranquilidad— pueden reflejar bastante de la sociedad argentina y sus contradicciones. La clave del asunto está en indagar si el público —o parte de él— lee en la historia lo que el autor quiso contar. O sólo realiza una lectura sesgada: ve lo que quiere ver y nada más.
Aunque también aparecen la madre y el padre de la protagonista como también otros personajes adultos —muchas veces para provocar reflexiones e inquietudes ácidas y profundas de lxs más chicxs—, son Mafalda y compañía lxs que conquistan el espacio y le dan vida a este universo de antagonismos. Porque si Mafalda representa la mirada idealista y de añoranza por un mundo mejor —que se entremezclan con cierto pesimismo y preocupación, es cierto—, Manolito viene a dar cuenta de las ideas capitalistas. Es en la contraposición donde Quino halla el modo de dar cuenta de la realidad. Pero eso sí: sin echar por tierra su propia mirada sobre ella.
Miguelito, otro de los amigxs, posee una personalidad más compleja de decodificar que lxs demás. Por un lado, se muestra como el más soñador e inocente del grupo, con inclinación a formular preguntas absurdas. Pero, a su vez, trae a escena ciertas ideas cercanas al fascismo por ser él nieto de un ferviente seguidor de Benito Mussolini. Felipe, en cambio, aunque comparte cierta ingenuidad con Miguelito, no evidencia la misma influencia. Por el contrario, tiende a angustiarse ante casi todo y es tremendamente tímido y perezoso.
Completan el elenco el pequeño Guille, hermano menor de Mafalda, y Susanita, quien discute con la protagonista frecuentemente por sus dichos racistas y despectivos, sobre todo sobre las clases menos favorecidas. Libertad, quien es la última amiga en sumarse, es la más liberal e incendiaria de todxs. Incluso más que Mafalda.
Queda claro entonces que Quino, con este desfile de personajes, da representación a diversos sectores de la sociedad, de ayer y de hoy. Lo que no significa, claro está, que le dé el mismo valor a las cosmovisiones que reflejan cada uno de aquellos. Quizá, por el contrario, la oposición de ideas sólo funcione como estrategia para poner en relieve la idea matriz que, en efecto, subyace en la historieta.
Más allá de las explicaciones y teorías que puedan tejerse, algo no entra en discusión. Y es que Mafalda es quien cierra todas las discusiones o contrapuntos que presenta la tira. En ese sentido, se la podría señalar como el personaje delegado que da cuenta de la mirada del autor. ¿O de la obra, tal vez? En este caso pareciera no existir diferencia. O casi.
Lo que dice y no dice Mafalda
Que Mafalda represente el pensamiento de Quino no sólo puede inferirse a partir de la configuración de su gran obra. Además es posible llegar a esa conclusión si se toman en consideración algunos datos familiares y sus declaraciones públicas. Así como reveló que su padre y madre eran socialistas y su abuela comunista, Quino también señaló que siempre le llamó la atención la compleja relación entre poderosos y débiles. Sí, él se consideraba socialista, mirada que lo llevó a debates apasionantes con colegas como Héctor Oesterheld —creador de El eternauta— o Caloi, ambos cercanos al peronismo. Así explicó su pensamiento a Página 12 en 2004:
«El capitalismo también se va a ir al carajo. Esto no puede continuar así. Yo lo que espero es que a la larga se intente otra forma de socialismo. No igual al que ya fue, pero para mí sigue siendo el mejor sistema de gobierno”.
Dado que su postura frente a la realidad fue tan exacta y explícita, es difícil entender por qué políticos de derecha y ultraderecha y colectivos antiderechos utilizaron su personaje más famoso para hacer campañas a favor de causas que Quino jamás apoyó ni apoyaría. ¿Acaso no entendieron, en realidad, lo que el historietista intentó decir con su tira? ¿O simplemente se adueñaron de Mafalda para generar identificación a través de un personaje que todo el mundo adora, y disfrazar así una causa que no se emparenta con el pensamiento de Quino? La respuesta parece fácil de encontrar.
Algunos de sus insólitos usos a lo largo de las décadas:
- En 1985, grupos falangistas repartieron en Madrid calcomanías de Guille portando simbología del franquismo.
- A mediados de los años noventa, el Movimiento por la Dignidad y la Independencia (MODIN) liderado por Aldo Rico, utilizó una frase de Mafalda para su campaña: “¿Por dónde hay que empujar a este país para llevarlo adelante?». Apenas se enteró, el historietista solicitó que los afiches fueran retirados.
- En 1999, un candidato a intendente de Bariloche apellidado Crea utilizó al personaje para hacer su campaña. En respuesta, Quino envió a los diarios de la zona una caricatura de Mafalda en la que decía: “No crea en Crea”.
- Los movimientos antiderechos difundieron durante 2018 —en plena campaña por la legalizacion del aborto, y como una forma de contrarrestarla— la imagen de Mafalda exhibiendo un pañuelo celeste. En ese caso, el autor optó por emitir un comunicado que recorrió las redes sociales:
«Se han difundido imágenes de Mafalda con el pañuelo azul que simboliza la oposición a la ley de interrupción voluntaria del embarazo. No la he autorizado, no refleja mi posición y solicito sea removida. Siempre he acompañado las causas de derechos humanos en general, y la de los derechos humanos de las mujeres en particular, a quienes les deseo suerte en sus reivindicaciones».
Hoy, a mediados de 2024, Netflix anuncia con bombos y platillos su nuevo proyecto: darle vida a Mafalda a través de una nueva versión animada y de la mano de Juan José Campanella. Un director brillante y multipremiado, no se puede negar, pero conservador y. al parecer, alejado de la mirada del dibujante según sus propias declaraciones públicas. Habrá que ver qué interpretación hace este realizador de la tira. Quedan muchas incógnitas al respecto. Pero lo que sí deja tranquilxs a los seguidores de Mafalda es que, aunque Quino nos dejó en 2020, su obra nos sigue acompañando e iluminando sin fisuras. Y defendiéndose por sí sola de aquellos que la quieren tergiversar y usar para beneficio propio.