Pelito, un pionero de las comedias juveniles
Pelito fue estrenado en 1983 por la pantalla de canal 13. En un principio se emitía los sábados por la tarde, pero debido a su popularidad pasó a transmitirse de lunes a viernes. ¿De qué trataba esta telecomedia? De las aventuras de un grupo de preadolescentes y adolescentes pertenecientes a un barrio de clase media de Capital Federal.
También aparecían personajes mayores —padres, madres, abuelxs, tutores— que eran los encargadxs de poner obstáculos o de salvar de los enredos a la juventud inexperta. Es cierto. Pero el foco estaba puesto casi exclusivamente en el universo adolescente y eso significó una revolución en las ficciones de aquel entonces.
Si bien hubo algunos recambios de actores y actrices a lo largo de cuatro años, lxs protagonistas centrales se mantuvieron hasta el final y cerraron sus historias al mismo tiempo que la serie. Destacaron entre ellos Adrián Suar, José María Monje, Diana Flores y Solange Mathou, lxs mayores del grupo, a lxs cuales los autores ponían especial atención.
Los amores efímeros, los celos, las envidias, la competencia y los chismes eran los elementos que ponían en marcha la línea argumental para desencadenar siempre en una solución obvia, sencilla y que dejaba a todxs contentxs. Lxs más jóvenes —que tenían, al igual que los actores que lxs interpretaban, de 9 a 13 años—, funcionaban como agentes secundarios en tramas paralelas a la principal, trayendo consigo un poco de pimienta a una historia que la necesitaba y mucho.
Los conflictos eran livianos, superficiales y pasajeros. Se trataba de un auténtico producto pasatista. De todos modos, Pelito escondía una máxima que sobrevolaba cada situación: las resoluciones a esos problemas parecían revelar que lo rimportante a esa edad —y lo que hacía la diferencia— era tener un grupo de pertenencia.
En un contexto de desorientación y fragilidad, la tira venía a poner en relevancia la necesidad de formar parte de algo, como si el pertenecer fuera la única manera de reforzar la identidad y de habitar el mundo y aunque ello implicara alejarse de quien se era o de aquellas personas a las que se quería. No venía a inventarlo, es cierto, pero sí a reforzarlo. Como si ya no fuera suficiente con las revistas juveniles y las películas de Hollywood.
Pero así como la telecomedia parecía volver siempre a una premisa poco alentadora, también tenía algo a su favor. A diferencia de las tiras noventosas de Cris Morena, sus actores y actrices lucían como un o una adolescente promedio:
- Cabelleras exageradas repletas de rulos que no pasaban inadvertidas,.
- Pantalones ajustados hasta los tobillos y hombreras pronunciadas.
- Walkman.
- Calzas de colores estridentes que llegaban hasta la cintura.
- Acné y cambios físicos propios de la edad que también sufrían los actores y que no podían disimularse estando éstos en pantalla.

En un sentido estético, Pelito no generaba presión sobre sus televidentes. Éstos no necesitaban responder a los cánones de belleza porque lxs personajes tampoco lo hacían. Aquellxs podían identificarse con cualquiera de sus ídolos.
Si bien no se alejaba del todo de los estereotipos adolescentes —algo que supo reproducir hasta el cansancio la industria cinematográfica norteamericana en esa época—, no siempre caía en lugares comunes.
Por empezar, el cuarteto protagonista estaba integrado por dos mujeres, muy amigas pero disímiles entre sí:
- Diana era inquieta, arrebatada, líder nata, valiente, graciosa y muy inteligente.
- Betiana, en cambio, era la hija mimada de un empresario, acostumbrada a lujos y comodidades que no poseían sus pares, caprichosa, egoísta y algo envidiosa.
Ese contraste también podía verse en la apariencia física de ambas. La segunda poseía una cabellera rubia abundante y una figura estilizada. Más alta que su amiga, seguía siempre las tendencias de la moda. En cambio, Diana era más sencilla a la hora de vestir, y tenía el cabello oscuro y revuelto y anteojos enormes que la distinguían del resto.
Las características físicas de la líder del barrio la diferenciaban de Betiana y del resto de las mujeres, pero no la perjudicaban en su rol de protagonista absoluta. Para sostener ese lugar, Diana no debió transformar su figura —cliché de numerosas películas y telenovelas de esos años— ni ese hecho le generó un conflicto con ella misma o con sus pares. La realidad era que, en el fondo y pese a no tener una apariencia hegemónica, todas querían ser como ella.
Clave de sol: misma receta, diferentes intérpretes
Con la finalización de Pelito en 1986, el canal decidió apostar a un nuevo proyecto al que llamó Clave de sol. La mayoría de los actores y las actrices que participaron de esta nueva tira eran adolescentes desconocidxs, pero algunxs intérpretes pasaron de una telecomedia sin escala, haciéndose cada vez más fomosos. .
Lxs adolescentes de Clave de sol —interpretadxs por Pablo Rago, Leonardo Sbaraglia y Cecilia Dopazo, entre otrxs— vivían en el barrio La Lucila. En su mayoría, tenían más de 14 años. Algunxs trabajaban o iban a la universidad. Esta diferencia etaria entre ambos elencos y el hecho de que la segunda serie durara cuatro temporadas, generó una renovación de los problemas que enfrentaban lxs personajes. Muchos de los conflictos terminaron por adquirir cierta complejidad. Pero sólo un poco.
A partir de la segunda temporada, y con el ingreso de Dopazo como el interés amoroso de Sbaraglia, la telecomedia se centró en gran parte en las idas y vueltas de la pareja. Con esta dinámica tuvo en vilo al público durante innumerables capítulos hasta que finalmente Diego y Julieta se casaron, desaparecieron de la tira y con ellxs, toda trama interesante.
A los pocos meses de aquella unión, culminó de manera casi repentina, con personajes nuevos cerrando una historia que no los había tenido como protagonistas más que por cinco minutos ya que casi todxs los actores y actrices iniciales habían abandonado el programa con anterioridad.
Otras de las diferencias con Pelito estuvo relacionado con la apariencia física del elenco. Diana Flores, quien se destacó como heroína en Pelito, desapareció al poco tiempo de empezado Clave de sol y Julieta y Karina (María Pía Galiano) terminaron por convertirse en las principales referentes de la audiencia por su atractivo físico. En el fondo, daba igual elegirlas a ellas o a otras de las protagonistas. Todas las que pudieron permanecer respondían a la idea de belleza hegemónica de esos años casi como una obligación.
Más allá de estas diferencias, Pelito y Clave de sol tenían múltiples puntos en común. En ambas tiras lxs personajes utilizaban un lenguaje descontracturado —cotidiano pero, a la vez, cuidado—, no insultaban, solo bebían gaseosa, no fumaban y nunca jamás hablaban de sexo.
La censura a Socorro, quinto año
Socorro, quinto año fue el programa que corrió la línea y se atrevió a más. Trasmitido por canal 9 los martes a las 21 a partir de marzo de 1990, y estando Clave de sol aún al aire —en otro canal y horario—, rompió con todos los códigos que venían marcando las telecomedias juveniles hasta el momento y quedó en la memoria de la audiencia argentina aunque sólo alcanzó a estar al aire unos pocos meses.
Sus protagonistas diferían mucho de lxs personajes de las ficciones antecesoras. Los jóvenes de Socorro eran mal habladxs, discutían con sus profesorxs, se escapaban de la escuela, fumaban marihuana, se agarraban a golpes sin problemas y hablaban de sexo sin ruborizarse.
El perfil de cada personaje tambien era distinto:
- Fabián (Fabián Vena), joven ultra politizado, vivía prácticamente en la calle.
- Laura (Laura Novoa), militante socialista, debía cuidar de un hermano con autismo mientras salía con su profesor de literatura a escondidas.
- Walter (Walter Quiroz) y Adriana (Adriana Salonia) discutían a lo largo de la serie cuál era el mejor momento para iniciar una vida sexual juntxs.
- Mariana (Mariana Torres) era expulsada de la escuela a causa de un embarazo adolescente.
El lenguaje que utilizaban era el de la calle. Hablaban igual que su público porque sus intereses, preocupaciones y dudas eran los mismos. Esto, con seguridad, fue lo que llevó al programa a la cima de manera precipitada.
Cada capítulo era esperado con ansias y compartido al otro día, en la escuela o en el trabajo. Nunca antes un autor se había animado a mostrar al mundo adolescente de un modo tan realista, complejo y controversial. Quizá por eso la identificación con lxs personajes se volvió tan incómoda como profunda. El mostrar con cierta fidelidad lo caótico y doloroso que era ser adolescente le dio a la tira un poder inconmensurable.
¿Por qué fue posible este fenómeno? Quizá por el prestigio con el que contaba su creador, Rodolfo Ledo, y por el apoyo de Romay, dueño del canal. Pero la alegría por la repercusión lograda duró poco. El Comfer y ciertos sectores moralistas empezaron a manifestar su descontento y a presionar para que Socorro saliera del aire. “Juicios en Tribunales que hablaban de inmoralidad, La Liga de Padres de San Vicente Paul, la prohibición en los colegios católicos de ver el programa», señaló el guionista tiempo después, como las causas del principio del fin.
Romay logró resistir, pero meses después Telefe estrenó Amigos son los amigos y esto lo llevó al zar de la TV a presionar a Ledo para transformar la historia en una comedia liviana que pudiera derrotar a la competencia. La respuesta del autor fue una negativa, lo que llevó al levantamiento de Socorro casi inmediatamente. En su lugar, se estrenó Quinto año, turno tarde a cargo de la edulcorada pluma de Abel Santa Cruz, pero la nueva ficción pasó desapercibida y empujó al público a cambiar de canal definitivamente.
Con los meses, y debido al fracaso del reemplazo, repusieron la original. Pero ya nada podía hacerse. La tira de Telefe había logrado instalarse y convertirse en un éxito. Fue así como antes de fin de año, Socorro, quinto año fue retirado del aire de manera abrupta y sin que se enterara demasiado la audiencia, la cual, a esa altura, reía con la tira de Carlos Calvo y compañía, un exponente del humor machista que por décadas dominaría la escena mediática.
El programa de Ledo, aunque marcó la industria audiovisual con su impronta y contrario a lo que recuerda la mayoría, duró apenas seis meses al aire. Qué lástima. Perdimos la oportunidad de tener una televisión menos hipócrita y de mayor calidad.