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Texto y contexto de El eternauta, el héroe colectivo

Publicada el 10/07/202405/05/2025 por Julieta Alegre

Dar vida a un héroe argentino es lo que quiso hacer Héctor Germán Oesterheld cuando creó a El eternauta, el cómic más importante de Argentina y de Latinoamérica. Lo hizo a mediados del siglo XX, en 1957, a través del suplemento semanal Hora Cero, publicado por su propia editorial, llamada Frontera. Eso precisamente no reconocería el historietista: el límite —en todos los sentidos posibles—, porque desde entonces su viaje a la eternidad no se ha detenido por nada.

¿Qué ocurrió con esta historieta, una vez que vio la luz y provocó la baja sensible de suscriptores de la revista Misterix, la por entonces líder en el rubro? Logró desde el inicio la preferencia del público, quien esperó cada semana por una nueva entrega. Luego vendrían continuaciones del mismo autor y nuevas versiones, no todas en línea con la narrativa original. Pero lo más importante fue que, desde ese momento, Oesterheld impulsó un nuevo paradigma: un héroe de aventuras también podía ser argentino. Aquí estaba el primero.

Dibujo del eternauta
El eternauta, dibujado por López Solano. Fuente: El diario Ar.

El eternauta catapultó a su autor. Con el tiempo, éste sería considerado un guionista fundacional de la historieta nacional moderna y un referente de la ciencia ficción. Además, y sobre todo, también le representó al autor la aceptación masiva de lxs aficionadxs a los cómics, algo que trascendió las épocas y los lugares geográficos. Hace pocas semanas, el cineasta estadounidense S. Craig Zahler, quien dirigió la multipremiada película Frontera canibal, aseguró:

“El eternauta es el mejor cómic de ciencia ficción de todos los tiempos”.

¿Qué situación viene a poner en escena esta narrativa? ¿Quién fue Oesterheld y en qué contexto la concibió? Conocer sobre la trama y el proceso de producción de este clásico es la única manera de entender el porqué El eternauta sigue interpelando a las personas, sin importar cuándo ni dónde, con la misma fuerza del principio.

Héctor Oesterheld: el hombre detrás de El eternauta


Antes de convertirse en uno de los historietistas argentinos más influyentes, Héctor Oesterheld egresó como geólogo, pero casi no ejerció. Desde siempre, su pasión estuvo vinculada con las letras. Por esta razón, no fue azaroso sino un producto de la causalidad que comenzara a escribir historietas en la famosa revista Misterix a principios de los años cincuenta.

Lo hizo con dos cómics que transcurren en territorio estadounidense: El sargento Kirk y Bull Rocket. ¿Qué tenía de malo esto? Para Oesterheld, mucho. Su ideal estaba vinculado a aventuras que ocurrieran en lugares cotidianos y conocidos de nuestro país, y no en un marco extraño y lejano. Es más, soñaba con un héroe nacional, como los numerosos que tenía Estados Unidos. Con nuestra idiosincrasia, historia política y todo lo que conlleva haber nacido en esta tierra, la más austral del continente.

Lo inédito se hizo posible con la capacidad imaginativa del guionista, quien, insatisfecho con dar vida a referentes extranjeros, creó su propia editorial para darle espacio a la que sería su mayor obra. Si bien sus historias anteriores no habían sido nada condescendientes con el poder hegemónico de turno, en El Eternauta sus antes sutiles críticas al imperialismo y colonialismo se convirtieron en evidentes juicios acerca de cómo funcionaba el capitalismo y cuáles eran sus consecuencias. Nefastas e injustas, según su mirada. Y la de muchxs, antes y ahora.

Oesterheld fotografua
Oesterheld junto a varios ejemplares de Hora Cero. 

No la tuvo fácil Oesterheld, pese a su talento, quizá porque su enfrentamiento con el poder y su compromiso con lo que ocurría a nivel coyuntural no se limitaba a su profesión, sino que también se extrapolaba a su vida cívica. Algo de culpa existía en éstas, sus decisiones políticas, quizá por no haber estado lo suficientemente comprometido con la situación social en su juventud. O tal vez, porque ya siendo adulto —y teniendo cuatro hijas que también militaban—, y no antes, se dio cuenta de que el bien común, la unión y la solidaridad entre ciudadanos podían hacer la diferencia y reparar una sociedad que sangraba a cada momento.

Lo cierto es que su comportamiento confrontativo lo fue poniendo en peligro conforme iban pasando los años, sobre todo cuando se unió al grupo guerrillero Montoneros. Con el advenimiento de Alfonsín en 1983, Argentina terminaba con décadas en que los golpes de estado militares eran moneda corriente. Pero en esa alternancia previa entre pocos años de democracia y muchos de dictadura, ocurrieron hechos muy graves que modelaron el ambiente de violencia extrema en el cual vivió. Algunos de ellos fueron:

  • La masacre de Rincón Bomba en 1947 llevada a cabo por la Gendarmería Nacional en contra de alrededor de mil personas desarmadas del pueblo de Pilagá.
  • El bombardeo a Plaza de Mayo ejecutada por la Fuerza Aérea en 1955 para derrocar a Perón, en el cual murieron más de trescientas personas. 
  • Fusilamientos a militantes peronistas de José León Suárez a manos del gobierno golpista —autodenominado Revolución Libertadora— en 1956, hecho que retrató Rodolfo Walsh en el libro Operación Masacre.
  • La masacre de Ezeiza, perpetrada por grupos de la ultraderecha peronista en contra de la Juventud Peronista durante la llegada al país de Perón en 1973.

El corolario de esta violencia naturalizada por aquellos años fue la dictadura cívico-militar de 1976, durante la cual se llevaron adelante delitos de todo tipo —incluso de índole económico—. El peor de todos: el que se cometió contra los derechos humanos de la sociedad civil. 

60 segundos de oscuridad, un cortometraje de Pablo Conde, inspirado en El Eternauta. Fuente: Pablo Conde.

Lo relatan con rigor los libros de historia. Hubo detenciones arbitrarias, ejecuciones, exilios forzosos, torturas, abusos sexuales y robo de bienes y de menores. Se atacó a las libertades civiles, políticas y sindicales. Se llevaron adelante censuras y persecuciones. Pero nada fue casual. Había detrás un plan sistemático y a los militares no les tembló el pulso para poner de rodillas al país y quebrarlo en lo económico, productivo, cultural. Mientras ellos se enriquecían, claro.

Al mismo tiempo que estos acontecimientos ocurrieron, la carrera del guionista creció y se consolidó, sobre todo por causa de El eternauta y sus continuaciones posteriores. ¿Qué podía pasarle a una persona como Oesterheld en ese período? Lo que, en efecto, le ocurrió: 

  • Fue secuestrado en La Plata el 2 de abril de 1977. Ya tiempo antes, la dictadura había asesinado a dos de sus hijas. 
  • Pasó por los centros clandestinos de detención de Campo de Mayo, El Vesubio y el Sheraton. 
  • Lo torturaron incansablemente. Además de dejarlo sin agua y comida por días, dos oficiales se jactaron de haber asesinado a sus otras dos hijas. 
  • Se cree que lo asesinaron en enero de 1978. No se sabe con seguridad, porque aún se encuentra en calidad de desaparecido.
  • Tanto sus hijas —dos de ellas embarazadas— como sus yernos corrieron la misma suerte que él. Se salvaría uno de sus nietos y su esposa, Elsa.

Entonces, queda claro que entre sus primeros pasos en el mundo del cómic y su secuestro ejecutado por los genocidas, al escritor le ocurrieron muchas cosas, a nivel personal y social. También, que realizó otras tantas y muchas, en lo profesional. Pero la más importante de todas, por la huella que dejó en las generaciones que le siguieron y por lo que significa para la cultura latinoamericana, fue sin dudas la creación, en conjunto con el dibujante Francisco Solano López, de una narrativa inolvidable. La de la invasión alienígena ambientada en Buenos Aires, cuyo protagonista es el dueño de una pequeña fábrica de transformadores llamado Juan Salvo.

¿Quién es, en realidad, Juan Salvo?


Para revolucionar la narrativa contemporánea, Oesterheld debió escribir la historieta de ciencia ficción más apasionante de la historia —por algo, Netflix la convertirá en una serie— . En El eternauta, poco es lo que parece. El dueño de una pyme y tres amigos suyos están jugando a las cartas en su casa como acostumbran, cuando son sorprendidos por una nevada en pleno Buenos Aires. Esto rompe con la normalidad. ¿Qué podría tener de malo un fenómeno meteorológico poco frecuente en esa parte del país? Que no se trata de cualquier nevada, sino de una mortal, que deja muertos a quienes toca.

Este hecho es el disparador que hará avanzar la acción. Tanto Juan como sus compañeros buscarán permanecer a salvo a medida que van descubriendo circunstancias y personajes que atentan contra sus vidas, los cuales responden en su totalidad a una sola causa: una invasión. De modo similar a la miniserie V, invasión extraterrestre de los años ochenta, son seres extraterrestres los que planean dominar la especie humana. O, peor aún, exterminarla. Vienen de afuera, son externos. Pero, por momentos, se parecen un poco a nosotrxs.

De inmediato, la resistencia aglutina a personas de diversos orígenes y pensamientos en pos del bien común. Derrotar a los atacantes es el objetivo que los aúna y los lleva a actuar de manera colectiva. ¿Lo particular de esta historia? Los escenarios que enmarcan los acontecimientos narrados: avenida General Paz, la cancha de River Plate, Plaza Italia, la Plaza del Congreso. Todos lugares porteños que la mayoría reconoce o, al menos, sabe de su existencia. 

Escena de la serie de Netflix sobre el cómic, que se estrenará en 2024. Fuente: Tiempo Argentino.

En esta aventura destaca Juan Salvo, está claro. Pero, ¿por qué? Quizá, porque ciertas circunstancias lo transforman en un viajero del tiempo, algo que se sabe desde el inicio ya que es él quien cuenta la historia. Pero también, y sobre todo, porque su encuentro con un Manos —uno de esos seres que invaden el planeta, aunque no del todo por voluntad propia— deja en evidencia para lxs lectores la clave de la historia: existe un lazo entre quienes preservan como máxima el bien común. Se trata de un hilo invisible pero potente que nos conecta a través de la solidaridad, sin importar familia o patria. Un apego a todo lo que es espíritu. Eso es precisamente lo que hace que la lucha por la justicia nunca sea en vano.

“Tu lucha, lo mismo que la lucha de tus compañeros y de todos los hombres que combatieron contra la invasión, no ha sido en vano, aunque así te lo parezca, Juan Salvo… Porque esa lucha ha servido a todos los que combaten contra los Ellos, para saber que hay todavía especies inteligentes, decididas a pelear hasta el final”.

Fragmento de El eternauta.

A esto se refiere Oesterheld con héroe colectivo. Porque con esta narrativa intentó advertirnos que nadie se salva solo —ni siquiera Juan— y que juntos podemos lograr lo que parece imposible. Hace setenta años, en los años dos mil, ahora. Mañana también. Lo dijo no sólo a través de El eternauta, sino de su historia personal. Porque ni siquiera la más cruenta dictadura pudo destruir su legado. ¿Qué nos queda a nosotrxs? Honrarlo, quizá. Y principalmente —y pese a todo—, nunca claudicar.

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Esta obra está licenciada bajo CC BY-NC-SA 4.0

Autores: Julieta Alegre y Nicolás Esquivel

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