A mediados de los años ochenta, V invasión extraterrestre lograba increíblemente llegar a los cincuenta puntos de rating los miércoles por la noche. Con una producción norteamericana, se convirtió en ese entonces en uno de los programas más vistos en el país; con el tiempo, en una serie de culto que todavía aún se sigue recordando en el mundo entero.
Estaba pensada y dirigida a un público adulto. Pero también causó fascinación en la audiencia infantil y juvenil, en la cual el merchandising —incluía réplicas de las naves que aparecían en el programa— funcionó de maravillas. Esto incrementó su éxito entre lxs más chicxs, aunque éstos, en ocasiones, no pudieran verla por emitirse a partir de las once de la noche, luego del horario de protección al menor.
¿De qué trata V invasión extraterrestre? En formatos miniserie —repartida en dos temporadas— y serie —en una—, narra la llegada de seres extraterrestres que aseguran venir en son de paz. Con apariencia humana, argumentan la necesidad de productos químicos propios de nuestro plantea para salvar al suyo. A cambio, traen promesas de ayuda para resolver los problemas locales a través de su avanzada tecnología. Una solución mágica a la cual es difícil resistirse.
El entusiasmo es general. Los distintos gobiernos aceptan la propuesta. Reciben a los visitantes de buena manera, vislumbrando los beneficios a la medicina y a otras ramas que aquellos pueden aportar, y se ponen a disposición. Pero el acuerdo no durará mucho. Algunos científicos dan la alerta. En poco tiempo, se le suman otras personas, que ven en los extraterrestres un peligro real más que la salvación éstos que pregonan.
Una trama de invasión y resistencia
En V invasión extraterrestre, el conflicto de la trama surge cuando un grupo de civiles comienza a desconfiar de las intenciones de los visitantes. Científicos —que son perseguidos por la prensa a pedido del nuevo régimen—, y algunos periodistas, policías, delincuentes y obreros comparten sus sospechas de que detrás del discurso pacifista y benevolente que imparten, los extraterrestres buscan despojar al planeta de sus recursos naturales para reemplazar, de esa manera, los que ya se agotaron en el suyo.
Surge así la resistencia civil, que busca exponer ante el resto la verdadera cara de los recién llegados y sus propósitos: saquear y exterminar la raza humana. En esa cruzada, asume un papel preponderante el líder Mike Donovan —interpetado por Marc Singer— , un camarógrafo que logra infiltrarse en la nave nodriza y descubrir, por ejemplo, que debajo de una apariencia humana, se esconden auténticos lagartos que se alimentan de roedores.
También se destaca Julie Parrish, una estudiante de medicina y luego bióloga molecular, quien funda la resistencia y pone a su servicio el conocimiento científico para encontrar la forma de destruir el plan que los visitantes están llevando a cabo.
Rápidamente la sociedad se disgrega y surgen dos bandos muy marcados:
- Ciudadanos que apoyan la resistencia y critican la invasión dado que vislumbran en ella un peligro.
- Personas que prefieren ser gobernadas por los visitantes porque consideran que tienen la respuesta a los problemas sociales vigentes. En algunos casos, también porque se ven beneficiadas con algún puesto o ventaja dentro del régimen.
Entre los humanos que respaldan a los invasores, existen dos ejemplos paradigmáticos:
- La madre de Donovan, quien se vuelve cercana a un jerarca y, a cambio de favores, se dedica a denuncir a los rebeldes que detecta a su alrededor.
- Daniel Bernstein, nieto de un sobreviviente del Holocausto, quien se ve obnubilado por el discurso extraterrestre y se une al programa Jóvenes visitantes, a través del cual recibe instrucción militar para defender al régimen. Al sumarse al bando del invasor, el joven sufre una metamorfosis. Se vuelve cruel y despiadado, capaz de entregar a la familia de la chica que le gusta como venganza sólo porque ésta lo rechazó en el pasado.
Dos perfiles en apariencia disímiles, son los que traicionan a su especie y se suman al plan de colonización y exterminio. La madre de Donovan, una septuagenaria de clase acomodada, lo hace con el objeto de obtener beneficios económicos. Daniel, un solitario e inseguro joven con sucesivos fracasos laborales y amorosos a cuestas, con el objetivo de sentirse, por fin, importante.
La subtrama que narra las vicisitudes de la familia Bernstein es la que ofrece una escena que deja poco a la imaginación. Abraham, abuelo de Daniel, camina por la calle y, al observar a su alrededor, detecta cómo el ejército extraterrestre detiene a quienes considera sospechosos y se los lleva con violencia ante la mirada tónita y pasiva del resto.
“Está sucediendo otra vez”, advierte el anciano a su vecina y amiga. Ésta descree, pero sólo por un momento. El símbolo de los vistantes en los uniformes, muy similar a la esvástica del nazismo, cierra la secuencia con un guiño imperceptible sólo para distraídos. Los extraterrestres están implantando un gobierno fascista como el de Italia y Alemania de los años veinte, treinta y cuarenta. Y muchos de los que son y serán sometidos ni siquiera lo sospechan.
Los diálogos entre V invasión extraterrestre y el fascismo
Cuando Kenneth Johnson decidió crear V invasión extraterrestre, ya había trascendido en la industria. Tenía en su haber series exitosas de ciencia ficción de los años setenta como La mujer biónica, El increíble Hulk y El hombre nuclear. Pero en 1983, sus pretensiones eran diferentes. Obsesionado con la novela distópica Eso no puede pasar aquí, escrita por Sinclair Lewis en 1935, su intención era producir una serie que sirviera de advertencia para el avance de la ultraderecha en Estados Unidos.
Aquel libro que el productor deseaba llevar a la pantalla chica cuenta la historia de un político extraño y arrogante que hace uso del terror y de promesas vacías a la clase trabajadora para ganar las elecciones presidenciales. Una vez que lo logra, se dedica a destruir las tradiciones gubernamentales y a violar las leyes. Con esa estrategia genera el caos social y alimenta la paranoia y la segregación de la sociedad.
“Me puse a pensar, Dios, ¿cómo se sentiría la gente común si de repente hubiera un cambio radical en nuestra vida que cambiara todo, si de repente un hiperpoder nos invadiera, al igual que los nazis invadieron Europa?”.
Kenneth Johnson.
A su ambicioso proyecto, la NBC le dijo que no. Pero, en su lugar, le propuso realizar una historia con naves espaciales y extraterrestres pacíficos, quizá guiada por los antecedentes del productor. Luego de algunas negociaciones, fue puesto en marcha el rodaje de la serie que conocimos en los años ochenta.
El cambio de rumbo no molestó a Johnson. Se dio cuenta que era posible utilizar una trama de ciencia ficción para contar, de todos modos, una historia sobre el poder y las reacciones de las personas frente a él.
«Algunos adularán, como hicieron los franceses de Vichy con los nazis, y otros tratarán de mantener la cabeza gacha. Los héroes dicen: ‘Se está abusando de este poder y tenemos que contraatacar’.»
Kennet Johnson.
El resultado fue una miniserie de tres episodios de alto presupuesto y calidad narrativa. Pero para la segunda temporada, las autoridades de la cadena prefirieron prescindir de su creador. Esto significó un cambio evidente en la naturaleza de la historia. La dimensión política quedó rezagada y se le dio más preponderancia a las escenas de acción y romance. Cuando V se convirtió en una serie semanal, la narrativa se desintegró aún más. Por momentos, se perdió todo vestigio de lógica y las razones de la lucha de la resistencia contra los visitantes se volvieron confusas.
En la remake que se hizo en 2009, y que fracasó de manera rotunda pese a las participaciones de algunos actores de la serie original, Johnson no tuvo nada que ver. Lejos había quedado ya el intento por convertir la historia iniciática en una metáfora sobre el fascismo y sus consecuencias catastróficas.
Diana y Julie, la rivalidad que marcó la serie
Julie Parrish, la protagonista que organiza a los rebeldes y los conduce a las montañas a pergeñar un plan, tiene una contrafigura que muestra características diferentes, pero que es igual de decidida. Se trata de Diana, comandante suprema, quien gana protagonismo con el paso de los capítulos.
La líder extraterrestre, interpretada por Jane Badler, es tan atractiva como despiadada. No existe espacio en ella para la lealtad o la compasión. No dudará en traicionar a quien sea para lograr su objetivo: acabar con la resistencia, en especial con sus referentes.
Para lograrlo, no sólo utiliza la fuerza militar, los avances tecnológicos y la prensa que difunde sus mentiras. También cuenta con lo que llaman conversión, un proceso doloroso que quiebra la voluntad de las personas y las subyuga ante su poder. Julie, siendo una ciudadana común y corriente, es capaz de resistir a ese método cuando los visitantes logran capturarla, y volver con los suyos para continuar combatiendo.
En ese sentido, la científica resulta una heroína equiparable a Sarah Connor de la saga Terminator. Tanto la serie como las películas colocan a mujeres ordinarias ante una disyuntiva: ignorar lo que está ocurriendo o comprometerse con las circunstancias y dar batalla. Se trata de un encrucijada que pone en el tapete a la ética y la moralidad en tensión.

En ese trayecto, ambos personajes sufren una mutación paulatina. En Julie, queda retratada en la última escena de la primera temporada. Al cierre, la resistencia es atacada con explosivos arrojados desde naves espaciales. Todo alrededor es destrucción y dolor. La líder lo observa como en cámara lenta, con descreimiento y horror. Parece el fin, pero no.
Es precisamente el aniquilamiento que están llevando a cabo los invasores lo que produce un click en la manera de actuar de Julie. La V de la victoria a la que refiere el título —que, además, alude a los visitantes— hace mella en su espíritu. Sin reflexionar sobre el asunto, toma entre sus manos un arma y dispara.
¿Qué lleva a un civil a empuñar un arma para resistir? Faye Grant, la actriz que interpretó a Julie, se tomó muy en serio el desafío de poder dar vida a una heroína anónima, que sale del llano para tratar de salvar la humanidad. Por esa razón, antes de iniciar el rodaje, se contactó con Marie-Madeleine Fourcade. Ésta dirigió una red de espionaje durante la ocupación nazi en Francia, y Grant quería conocer su experiencia:
“Quería saber qué mueve a una persona a hacer algo así. Estaba casada y tenía hijos y era la persona con menos probabilidades de unirse a la clandestinidad y convertirse en líder”.
Ese tipo de heroísmo encarna la Julie Parrish de Kennet Johnson. Es una estudiante como cualquier otra, pero que se anima a asumir su rebeldía sin importar las consecuencias.
Más allá de una historia de ciencia ficción inolvidable, ésto es lo que nos dejó como legado V: la perspicacia para descubrir si estamos frente a un régimen totalitario. Pero también, y sobre todo, la valentía y la nobleza para resistir de manera activa si un mal día nos damos cuenta que el fascismo no está tan lejos como creíamos.