Tanguito y el nacimiento del rock nacional
Lito Nebbia se encargó de desmentir de manera cruda la autoría compartida de La balsa en cada una de las entrevistas que dio. Ante sus ojos, «dos o tres hijos de puta se encargaron de instalar un mito” y asunto cerrado. Ni León Gieco cantando “en La Perla del Once compusiste La balsa, después de la cana no saliste más”, ni el cantante de Manal en una vieja grabación de Tanguito asegurando “en el baño de La Perla del Once compusiste La Balsa» pudieron torcer la historia.
El silencio del músico y su posterior desaparición a manos de una salud mental debilitada, le dieron la derecha a Nebbia, a quien la versión oficial lo presentó como el único autor de la canción fundacional del movimiento cultural. De este modo, se clausuró cualquier polémica posible.
Al mismo tiempo, los relatos subalternos sobre el hecho nunca dejaron de circular y de propagarse durante décadas. Entonces, Litto eclipsó la figura de Tanguito con un éxito arrollador —en solitario y con la banda Los gatos—. Es cierto. Pero no pudo impedir, de todas formas, el crecimiento de la leyenda.
Lo que siguió fue archiconocido. Nebbia grabó múltiples discos y luego se exilió durante la última dictadura militar. Aún así no perdió vigencia. Colaboró con importantes músicos y hasta recibió el Premio Konex de Platino como el mejor compositor de rock en 1985. Charly García llegó a decir que: “sin Nebbia no habría existido Javier Martínez, ni Spinetta, ni yo”. Vaya definición.
A Tanguito, el destino lo esperaba en la otra esquina. Grabó varios sencillos pero no logró la trascendencia de otros artistas que transitaron los mismos locales que él durante los años sesenta. Tuvo dificultades con la policía y cayó preso en reiteradas ocasiones. Luego fue internado en el hospital psiquiátrico Borda y declarado judicialmente insano.
Spinetta lo definió alguna vez como “un compositor maravilloso, cuya única desgracia fue las malas compañías que lo llevaron a las drogas hasta que éstas lo aniquilaron”. Lo cierto es que el músico murió en 1972 con apenas veintiséis años al caer sobre las vías del tren en circunstancias confusas.
Tango feroz: un hito del cine argentino
3 de junio de 1993. Carlos Menem llevaba en la presidencia casi cuatro años. El plan de convertibilidad de Cavallo le permitía a la clase media el consumo de bienes y servicios que años antes parecían inalcanzables. Telefe se había convertido en el canal líder, desplazando al 9 de Romay. Sus programas más vistos eran comedias emitidas durante la noche: Amigos son los amigos y Grande pá. Ambas obtenían más de cuarenta puntos de rating cada semana.
En esa época, las ficciones dedicadas al público juvenil eran muchas y variadas. Clave de sol había llegado a su fin años antes y faltaba casi un año para que se estrenara Montaña rusa, de los mismos autores —Maestro y Vainman— . Canto rodado —una versión local de Fama— pasaba sin pena ni gloria por el 13, mientras que Socorro, quinto año había naufragado en 1990 por presiones de sectores conservadores que parecían negarse a avanzar.
¿De qué hablaban los productos audiovisuales dirigidos a la audiencia joven en los años de la década del noventa? Desde noviazgos idealizados hasta problemas cotidianos de la adolescencia como conflictos con los padres o celos entre amigxs. Los jóvenes eran muy diferentes a los de las décadas anteriores, y las ficciones de TV lo reflejaban fielmente. La última dictadura militar había logrado uno de sus cometidos más siniestros: despolitizar a ese grupo etario y banalizar las historias que se contaban acerca de él en los medios de comunicación masivos.
Eso iba en concomitancia con el clima de época que se respiraba en tiempos de “pizza con champagne”, donde lo importante venía dado por el consumo y el pertenecer a ciertos grupos, y no por logros sociales o construcciones colectivas. Quizá por todo esto, la irrupción de un personaje de ficción como Tanguito —aunque basado en una persona real, es cierto— tuvo gran repercusión y convirtió a la película en un hito del cine argentino, sobre todo entre lxs más jóvenes.
Su éxito en taquilla —fue vista por casi un millón y medio de personas— revitalizó al cine local. Con Tango feroz la industria cinematográfica logró llenar las mismas salas que los videoclubs habían vaciado años atrás. Todxs querían ver la película de Piñeyro, en especial los adolescentes, quienes se sintieron interpeladxs por la historia del músico. Lxs menores de trece tuvieron las restricciones del caso, pero aún así lograron verla a través de la video-reproductora hogareña o en las repeticiones de una TV que no quiso quedarse afuera de semejante suceso.
Tango feroz trajo de nuevo a escena problemas sociales y reconstruyó una época que marcó la historia del país. Mostró desde los excesos de las fuerzas de seguridad del estado —principalmente sobre los estudiantes, artistas y trabajadores que luchaban en contra del poder imperante— hasta los inicios de un género musical que intentaba poner voz a lo que ocurría. Supo contar con éxito y realismo la historia de un personaje real, enigmático y controvertido, con el origen del rock nacional como marco.
El legado de Tango feroz
Hasta 1993, Marcelo Piñeyro no había dirigido, pero contaba con un antecedente para nada menor. Fue productor de La historia oficial, primer film argentino en ganar un premio Oscar en 1986. Luego de esa experiencia, su creciente interés por dirigir su propia película le dio alas a su idea de contar la historia de Tanguito. La investigación que inició por esos años acerca del personaje duró más de seis años, pero le posibilitó lograr por fin lo que más deseaba: dar vida a su ópera prima.
Durante ese proceso se encontró con varios obstáculos. Uno de ellos fue lo poco que había escrito la prensa sobre el músico. De su paso por el ámbito artístico sólo había quedado un artículo en el diario La razón y una breve nota en la revista Pelo que informaba de la grabación de un disco. El resto de lo que se sabía provenía de la transmisión oral de datos —algunos inciertos y poco fiables— de personas que habían compartido vivencias durante los años sesenta y principios de los setenta.
El realizadorno pertenecía a esa generación y no había compartido experiencias con los protagonistas. Si su idea era hacer una película netamente biográfica, el escollo parecía infranqueable. Fue en ese punto del proceso donde definió su enfoque. Como director, en realidad no pretendía relatar la vida real de José Alberto Iglesias, sino dar cuenta de la existencia de Tanguito a través de lo que se relató sobre él durante décadas, sin importar qué tan confiables eran algunos datos. Y para ello, sobraban testimonios y anécdotas de todo tipo.
Un segundo obstáculo lo representaron los músicos. Pese al entusiasmo inicial, comenzaron a mostrarse menos predispuestos. Incluso llegaron a preguntarle a Piñeyro por qué no contaba la historia de un músico más relevante. Finalmente, muchos negaron los derechos de canciones emblemas de la década y acusaron al director de querer obtener beneficios comerciales a partir de la tergiversación de los hechos. Nebbia fue un poco más allá y no autorizó que se utilizara el tema La balsa.
Para el cineasta, la música era el pilar del proyecto, por lo que este contratiempo no le resultó menor. Pero otra vez ganó la pulseada. Luego de varias negociaciones, pudo contar con Me gusta ese tajo de Spinetta, Amor de primavera de Pujó, El amor es más fuerte de Barrientos y Martín, Presente de Soulé y El oso de Moris. Natural fue la única canción de autoría de Tanguito incluida en la banda sonora del film.
Las idas y vueltas fueron moneda corriente también durante el rodaje. Los rumores acerca de castings y locaciones eran frecuentes. Actores y actrices supuestamente elegidos y fechas de jornadas de filmación luego eran desmentidos por los medios de comunicación, para volver a empezar.
Escena de Tango Feroz con Fernán Mirás e Imanol Arias. Fuente: Tango Feroz HD.
Cuando finalmente la película fue estrenada, el público se encontró con lo que anticipaba su título: un relato que evidenciaba vaivenes entre lo verídico y lo ficcional. En un contexto de revuelta estudiantil y represión policial y parapolicial fiel al contexto histórico, el eje ordenador lo aportó la historia de amor del músico con una joven de clase alta llamada Mariana, personaje basado en una mujer con la cual Piñeyro pudo conectar. Otro de los elementos fidedignos a la biografía de Tanguito fue su trágico final.
Qué tan real o ficticia resultó el relato, a esta altura ya es anecdótico. Tango feroz fue la película que necesitaba la época, una llamada de atención a una juventud adormecida por las mieles del peso y el dólar al mismo valor. Alimentó lo que las dictaduras intentaron destruir años antes, en Argentina y en Latinoamérica. El protagonista, interpretado por Fernán Mirás, dejó pistas en el cierre: “todo no se compra, todo no se vende, conozco una lista interminable de cosas que son más importantes que la seguridad”.
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